28 de junio de 2010

La Histeria Femenina.

Hace mucho tiempo en mi reino desvariador, informaba a mis asombrados lectores de que son muchos los hechos históricos que he descubierto mientras leía novela romántica.



Algunos eran descubrimientos interesantes y otros, por el contrario, bastante desconcertantes. Mi noticia de hoy pertenece al último grupo.



A petición expresa de varias de mis compañeras bloggeras vengo a enseñarles la verdadera historia sobre La Histeria Femenina, y su tratamiento médico a lo largo del Siglo XVIII.

La histeria femenina era una condición diagnosticada en la medicina occidental hasta mediados del siglo XIX. En la era victoriana fue el diagnóstico habitual de un amplio abanico de síntomas, que incluían desfallecimientos, insomia, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y “tendencia a causar problemas”[1]



Las pacientes diagnosticadas con histeria femenina debían recibir un tratamiento conocido como “masaje pélvico”—estimulación manual de los genitales de la mujer por el doctor hasta llegar al orgasmo, que en el contexto de la época se denominaba “paroxismo histérico” al considerar el deseo sexual reprimido de las mujeres una enfermedad.


Época victoriana


Anuncio de 1910.Un médico de 1859 aseguró que una de cada cuatro mujeres estaba aquejada de histeria, lo que resulta razonable, teniendo en cuenta que el médico reunió 75 páginas de posibles síntomas y dijo que la lista no estaba completa[2] ; casi cualquier dolencia leve podía servir para diagnosticar histeria. Los médicos pensaban que la tensión de la vida moderna hacía a las mujeres más susceptibles a desórdenes nerviosos.[3] En los Estados Unidos tales desórdenes de las mujeres confirmaron que estaban a la par con Europa; un médico estadounidense expresó su alegría porque el país estaba “alcanzando” a Europa en la prevalencia de la histeria[2] .

Rachael P. Maines, autor de "The Technology of Orgasm: Hysteria, the Vibrator, and Women's Sexual Satisfaction," ha observado que estos casos eran muy ventajosos para los médicos, dado que no había ningún riesgo de que la paciente muriese pero necesitaba tratamiento constante. El único problema era que los médicos no disfrutaban con la tediosa tarea del masaje. La técnica era difícil de dominar para un médico y podía tomar horas llegar al “paroxismo histérico”. Derivarlas a las comadronas, una práctica por otra parte habitual, era una pérdida de oportunidades de negocio para el médico[1] .

Una solución fue la invención de los aparatos para proporcionar masajes, lo que eliminaba la necesidad de recurrir a una comadrona. A finales del siglo XVIII en Bath se vendían dispositivos de hidroterapia y a mediados del siglo XIX eran un accesorio popular en los complejos de balnearios de lujo de Europa y los Estados Unidos.


Desde 1870 los médicos dispusieron del primer vibrador mecánico y en 1873 se empleo el primer vibrador electromecánico en un asilo de Francia.

Aunque los médicos de la época reconocían que el desorden provenía de la insatisfacción sexual, parecían reticentes a admitir el propósito sexual de los dispositivos empleados para tratarlo. De hecho, la introducción del espéculo fue mucho más controvertida que la del vibrador[1] , seguramente debido a su naturaleza más fálica.


Un anuncio de 1918 de Sears, Roebuck and Co. con muchos modelos de vibradores.A finales del siglo XIX la difusión de la electricidad en el hogar facilitó la llegada del vibrador al mercado de consumo. El atractivo de un tratamiento más barato en la intimidad del propio hogar hizo que el vibrador alcanzase una cierta popularidad. De hecho, el vibrador eléctrico llegó al mercado mucho antes que otros dispositivos esenciales: nueve años antes del aspirador y diez años antes de la plancha eléctrica[1] . Una página del cátalogo de la compañía internacional Sears, Roebuck and Company de electrodomésticos de 1918 incluye un anuncio para un vibrador portátil con accesorios, descrito como “muy útil y satisfactorio para el uso casero”.

A lo largo de los primeros años del siglo XX el número de diagnósticos de histeria femenina decayó (que penita, pena). Hay muchas razones que explican este declive: muchos escritores del ámbito médico aseguran que se debe a que el pueblo empezó a entender mejor la psicología de los trastornos de conversión.

También se ha argumentado que todo lo que cambió fue la consideración de los médicos. Con tantos síntomas posibles la histeria era un diagnóstico donde caía cualquier estado que no se podía identificar fácilmente. A medida que las técnicas de diagnóstico mejoraron, el número de casos decreció hasta que no quedó ninguno. Muchos casos que se asignaron a la histeria fueron reclasificados por Freud como neurosis.


En fin, para que luego digan que no se aprende nada con las novelas, JA!

Bea

*Info extraída de wilkipedia

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