17 de abril de 2013

Días de lluvia, Ángeles Ibirika

Días de lluvia
Ángeles Ibirika
Booket
Abril 2013
448 Páginas.
12.95€
Tras la muerte de su mujer, Kaiet decide regresar, junto a su pequeño hijo, a la casa de su padre en Bermeo, después de diecisiete años de ausencia. Desde el primer instante se siente extraño, en un lugar al que ya no pertenece. Pero si su futuro se le presenta oscuro, retomar el pasado que dejó a medias tampoco le será fácil. Deberá resolver todo lo que quedó pendiente con su precipitada marcha, explicar muchos de sus actos, enfrentarse a sus dudas, sus temores y sus prejuicios… y perdonar. Aunque lo que no imagina es que durante ese proceso se reencontrará con la dulce Maddi y que junto a ella la vida tratará de darle una segunda oportunidad. ¿La dejará escapar de nuevo?



Desde que leí la primera novela de Ibirika adoré su estilo. Sin embargo después de leer Donde siempre es Otoño la situé entre mis autoras imprescindibles. 
Es por ello que tenía muchísimas ganas de leer esta, su nueva novela, quizás hayan sido mis altas expectativas pero lo cierto es que me ha decepcionado un tanto. 

En esta ocasión Ibirika nos traslada al norte de la Península, a un pequeño pueblo pesquero llamado Bermeo, situado en el País Vasco. 

Allí conoceremos a Kaiet que vuelve a su pueblo tras diecisiete años de ausencia.  Y vuelve para intentar curar heridas y sobre todo que su hijo Iker conozca de una vez a su abuelo Gabino. 
Como ya habéis visto en el argumento Kaiet tenía una vida completamente idílica cuando un accidente de tráfico se llevó la vida de su mujer. Ahora le toca enfrentarse a su dolor y sacar adelante a su hijo. 

Su regreso a Bermeo llega cargado de reproches por sus amigos a los que dejó tirados sin ninguna explicación. Y sobre todo por la inexistente relación con su padre al que no soporta. 

Sin duda parte principal de la historia es la relación entre Kaiet y su padre Gabino. En un comienzo no hay más que reproches entre ellos, discusiones y gritos. Aún sin que la autora deje ver el porqué de tanto rencor entre ellos se entienden que deben hablar y solucionar las cosas. Sin embargo el carácter orgulloso de Kaiet lo hace imposible.
Y esta es quizás una de las pegas de este personaje. Que tuviera esa actitud al principio me vale, que la mantenga durante casi las casi 400 páginas del libro llegó a saturarme. 

En cuanto al otro pilar de la historia, el amor, tampoco ha terminado de llenarme. 
Kaiet a su vuelta al pueblo se reencuentra con Maddi, un amor de juventud. Aunque en un principio ella no lo recibe bien lo cierto es que poco a poco su relación comienza a hacerse más estrecha y Kaiet comienza a sentir de nuevo. 

Lo que me ha chirriado de la historia es la predisposición inmediata de Kaiet para iniciarse en una relación, poco profunda en un principio, con Maddie. No sé, quizás soy yo demasiado idealista pero tras el dolor que sintió con la muerte de su esposa me esperaba otra cosa.  Y la guinda del pastel sin duda ha sido una parte de su declaración final, que obviamente no puedo poner, pero no me gustó nadita. 

Otro punto negativo quizás sea que por primera vez algunas partes de la novela se me hicieron un poco cuesta arriba. 

En general, y pese a los peros que le he puesto, es una novela que me ha gustado mucho. 
Me quedo con las escenas del pequeño Iker con su padre y sobre todo con su abuelo y su tia que son de lo más entrañable. Me quedo con los recuerdos y pensamientos de Kaiet cuando está a solas que es el esbozo de como me hubiera gustado que fuera cuando está con los demás. 

En definitiva, era completamente consciente de que iba a ser muy difícil que Ibirika pudiera superar Donde siempre es Otoño, pero aún así me creé unas expectativas que no se han cumplido del todo. 

Días de lluvia es una historia que nos habla del dolor, de la pérdida y del rencor. De las relaciones familiares y la amistad. Pero sobre todo nos habla de las segunda oportunidades y del perdón. 

Una novela en la que, aunque no ha llegado a emocionarme como esperaba, si me he reencontrado con la autora. Con su estilo cuidado, sencillo, cercano y tan emotivo como nos tiene acostumbrados. Eso siempre es una delicia. 



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