Con Amélie Nothomb no había
empezado con buen pie. Cuando leí, hace dos años, Ni de Eva ni de Adán, ni me
enfrió, ni me calentó. Reconozco que me sorprendió el estilo de la autora, claro,
y sintético. Sin andarse por las ramas, y utilizando el lenguaje de manera
diferente a como estamos acostumbrados, nos cuenta en pocas palabras una
historia de amor tierna y atípica, en la
que ella es la protagonista, pero sin embargo, no me cautivó como a la mayoría
de lectores.
Llevaba tiempo queriendo darle
otra oportunidad a esta escritora tan extraña como aclamada, y el otro día al
ver en la librería un libro titulado “Matar al padre”, con ella fotografiada,
una vez más, en su portada, me pudo la intriga y el morbo, y tuve que
comprarlo.
Amélie conversa con los bebedores
de un bar, y mientras se bebe una copa, no puede evitar fijarse en dos
personajes extraños de la sala. Magos dicen algunos. Embelesada escucha una
historia que habla de las relaciones humanas, los sentimientos, y la crueldad
de las personas. El relato se centrará en el paso de la adolescencia a la
adultez de Joe, un joven procedente de una familia desestructurada, que sólo
sueña y vive para hacer magia. Nos muestra el interior de una persona compleja,
a la que otros llamaran desquiciada y loca, que no tiene amigos de su edad, que
nunca ha salido con una chica, y que odia a su madre, que lo echa de casa “a
petición” de uno de sus nuevos novios. Un chaval que jamás conoció a su padre
lo que ha marcado su conducta más de lo que cree; pero que después de un par de
contratiempos encuentra a un maestro, que terminará convirtiéndose, o no, en su
nuevo padre, Nathan. Todo esto mientras aprendemos a diferenciar la verdad de
la mentira, la magia del engaño, quién es un padre verdadero y quién no.
La rivalidad entre los dos
protagonistas y su ambivalencia de sentimientos; el primer amor, tórrido y
desesperado, aunque, en este caso, un tanto exagerado; las inseguridades; lo
celos; el ego desmesurado, son algunas de las situaciones y sentimientos tratados en esta novela. Un relato tan corto que no deja
de sorprenderme que pueda tocar tantos temas.
Lo mejor quizás sea el final, que
te deja descompuesto, o tal vez tenga que ver que tengo poca imaginación (algo que nunca se
me había pasado por la cabeza), o que he leído pocas novelas de la autora, por
lo que no me esperaba por dónde iba a salir. El caso es que me ha dejado
estupefacta, algo que hoy por hoy, no es algo que se consiga muchas veces, y es
uno de los motivos que hacen que les recomiende esta novela. Se sorprenderán.
Bea