Antes de comenzar mi
diatriba y para que vayan poniéndose en situación quiero dejarles en enlace que
ha suscitado mi indignación y la necesidad de escribir estas líneas para poder
desahogarme. Cortesía del periódico La Razón, ya que ni siquiera está firmado.
Catetos e ignorantes. ¿Son
sinónimos? Puede que sí, pero no me importa redundar cuando la ocasión lo
requiere.
Esta mañana navegando por la
red me he dado de narices con un artículo sobre la última novela de E. L. James, “50 Sombras de Grey”. Lo empecé a leer emocionada, pensando que iba a desvelar algo de esta
historia, que esta misma semana me recomendaba una amiga encantada, porque
sabía que me iba a gustar. Pero nada que ver, con frases como ésta:
La novela erótica (casi pornográfica) que devoran las mujeres.
Me di cuenta de que, una vez
más, me iba a encontrar simplemente con un artículo lleno de prejuicios,
escrito por una persona que no conoce el género, que no ha leído una novela en
su vida, (salvo Crepúsculo, quizás), y cuyas letras sólo sirven para denigrar a
las obras, escritoras, pero sobre todo, lectoras, de novela romántica adulta.
Comparando como siempre
cualquier obra con la saga Crepúsculo, con frases tipo: “Como la saga
Crepúsculo, pero más allá”, sin darse cuenta de que antes de que Sthephenie Meyer naciera, (y adoro a
la autora, y no tiene culpa, pero me enerva el tema), ya Johanna Lindsey nos
hacía temblar con sus vikingos y piratas.
“Porno
para mujeres
¿Por qué triunfa la novela? ¿Ha llegado el momento, por fin, del porno para mujeres? Los críticos literarios de los principales periódicos estadounidenses y británicos intentan, a la carrera, encontrar algunas explicaciones para describir lo que, de momento, nadie se atreve a clasificar. ¿Es una novela porno? Sí y no. Tiene escenas de sexo duro, de sumisión y de humillaciones consentidas, pero no es una obra pornográfica al estilo de otras al uso”
¿Por qué triunfa la novela? ¿Ha llegado el momento, por fin, del porno para mujeres? Los críticos literarios de los principales periódicos estadounidenses y británicos intentan, a la carrera, encontrar algunas explicaciones para describir lo que, de momento, nadie se atreve a clasificar. ¿Es una novela porno? Sí y no. Tiene escenas de sexo duro, de sumisión y de humillaciones consentidas, pero no es una obra pornográfica al estilo de otras al uso”
Después de leer un párrafo
como este, pienso en el poco respeto que se tiene al trabajo de una autora. Catalogando
a una novela como “PORNO”. Comparándola con un folletín que se compra en una gasolinera para ir al baño a hacer guarradas. Infravalorando el trabajo de una autora que por
muchas escenas de cama que haya incluido en su historia, tuvo que documentarse,
hilar una trama, y lograr que su producto se haya convertido en el fenómeno del
momento.
“Y una segunda ventaja, que no ha pasado desapercibida a
los expertos y que puede explicar, en parte, el fulminante éxito de esta
novela. Los libros electrónicos permiten a las mujeres leer y guardar,
disfrutar y esconder sin las miradas indiscretas de un pasajero del metro que
se asoma a las letras de una portada, o sin el temor de dejarlo olvidado en la
mesa de la oficina.
Todos los secretos caben en un bolso de una mujer.”
Sexista, creo que es la palabra ideal para definir
esta tanda de estupideces. Muchas veces he comprado novelas de cisne, con
portadas que me hacían sangrar los ojos. Nunca me importó, y no porque los
dependientes de las librerías no me miraran con la sonrisilla en la boca,
dándoselas de más cultos, cuando a diferencia de mí, no habían leído un libro
en su vida.
La publicidad negativa, obscena y que quiere
levantar polémica como ésta, a veces es la mejor publicidad. No me cabe duda de
que estas novelas van a lograr ser un boom en España, como lo han sido en el
resto del mundo.
¿Será posible que llegue el día en que la gente respete
la novela romántica?