21 de mayo de 2010

Había una vez un reptil llamado Salamandra.

A continuación les narraré una historia de amor no correspondido, la que nace entre una fiel lectora y una editorial díscola.Un día mientras navegaba por la blogosfera, una amante de la romántica encontró mil y un comentarios sobre una saga en concreto, Outlander, más conocida como Forastera.Leyendo críticas y comentarios la expectación iba creciendo en el corazón de mi amiga:

¿Quién sería Jaime Fraser? ¿Cómo un personaje imaginario podía causar tanto revuelo? ¿Sería tan maravilloso como lo pintaban? ¿Me gustaría?

Ahí comenzó el principio de una historia de amor, celos y finalmente destrucción.

Forastera no fue la primera novela de la Editorial Salamandra que cayó en sus manos, años atrás gracias a ella había descubierto a un pequeño niño con gafas, al que llamaban Harry Potter. “Hasta ahí su relación marchaba viento en popa a toda vela”.

Outlander era un bebé de dos kilogramos de peso, compuesto por más de setecientas páginas. Su tapa dura y sobrecubierta, la hacían desear protegerla para siempre, como diría Jamie guardarla en un bolsillo para que nadie le hiciese daño, pero esos sentimientos irían decayendo con el tiempo.

Lo que empezó como Forastera, fue girando, girando, hasta convertirse en
“Atrapada en el tiempo”, “Viajera”, “Tambores de otoño”, “La cruz ardiente” y “Viento y ceniza”.
Durante años, nuestra amiga les fue fiel. Cada temporada, acudía expectante a la librería para encontrar una nueva joya, su recién nacido después de una larga gestación.

No importaba la espera, la merecía. No valía la pena serles infiel. Buscar refugio en una mala traducción, cuando ellos pronto volverían a llevar a Jaime a sus brazos…

… Hasta que todo terminó.

Después de seis años de relación, esa salamandra cruel, cuál reptil decidió optar por el camino fácil, y romper su relación.
La dejó, la abandonó, le daba igual todo lo vivido en esa maravillosa relación. No superaron la crisis económica, ante la adversidad decidieron dar marcha atrás, romper los contratos, y dejarlo todo al azar.

Hoy hace más de un año que “An echo in the bone”, fue publicada en inglés, no importó cuanto lloró, suplicó y pataleó nuestra querida amiga, fue ignorada, como si nunca hubiese existido nada entre ellos. Como si la relación hubiese sido un sueño, un fruto de su imaginación.

Ahora lo dejan en las manos de otros ¿Qué clase de pareja te impulsa a otros brazos? Las Editoriales critican las traducciones de los fans y las descargas ilegales, pero lo siento, son ellos muchas veces las que las motivan.

No entiendo como ese tipo de reptiles son capaces de comenzar una saga sin un compromiso firme de terminarla. ¿No se firman contratos? ¿Si yo dejo a mitad mi trabajo, no tengo que asumir ninguna responsabilidad?- Pues claro que sí, yo si tengo que cumplir mis deberes, terminar los trabajos que empiezo.
Estoy cansada de tanta desconsideración, de gastar un montón de dinero en libros, para dejar las series a medias, así como que se cambien los formatos sin tener en cuenta el dinero que hemos invertido en esas colecciones.

Estoy harta de soñar que recorro las praderas verdes de Escocia para encontrarme con Jamie, sabiendo de antemano que no lo lograré. Qué a estas horas él está en Inglaterra, América o Alemania, mientras yo lo espero, ya sin esperanzas.

Me dan ganas de leer en inglés, quitarme a los intermediarios. ¿Les gustaría a las editoriales, y a sus traductores perder puestos de trabajo?.. Lo dudo, pero creo que es lo que les hace falta.

En fin, por si no lo habían adivinado, nuestra fiel amiga, soy yo.

Un beso

Bea

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